Hispanistas pro-nacionales

En la prensa sueca se les reprochó que no tomaran partido en favor del Frente Popular. Por ejemplo, Torsten Fogelquist (1880-1941), Olle Holmberg (1893-1974) en el Dagens Nyheter, Ivar Harrie (1899-1973) en DN también o John Landquist (1881-1974). Más que autores pronacionales se trata de académicos que no levantaron la voz contra Franco, ni siquiera firmaron un manifiesto, lo que los convirtió sectariamente en sospechosos.

Magnus Gronvold

En Noruega destaca el caso del hispanista Magnus Grønvold, que fue señalado por el periódico de los socialdemócratas noruegos debido a su supuesta adhesión a Franco. El 13 de septiembre de 1937 se publica en el Arbeiderbladet una nota bajo el título de «Oslo-lærer på kne for Franco» («Profesor de Oslo de rodillas ante Franco»). En ella se alude a una carta abierta de Gronvold a Miguel Artigas que se había publicado en el Heraldo de Aragón (10 de agosto 1937). En esta carta, el hispanista noruego respalda con su testimonio el manifiesto a los hispanistas del mundo «Clamor de infortunio», que Artigas publica el 5 de junio de 1937. El periódico socialdemócrata se burla de Magnus G.:

El profesor Gronvold «piensa que los marroquíes representan la verdadera cultura española» en un singular artículo «en el que muestra su simpatía por los fascistas españoles». Y lo reproduce:

He visto personalmente los signos de la destrucción de valores históricos que comenzó hace 3-4 años bajo el mando de los Rojos (! – exclamación del periódico) y con profunda tristeza he experimentado cómo este trabajo destructivo ha cruzado todos los límites imaginables, una abominación inédita en la historia mundial.

Era necesario que el pueblo español actual (? ! ?d for a) luchara para preservar su libertad y preservar su cultura única. Ni por un momento desde que comenzó la rebelión contra el marxismo he dudado de que el «generalissimus» Franco podría llevar a cabo esta obra de libertad y rescate para asegurar a la grande y maravillosa nación de España la vida libre, buena y feliz que se merecía.

El periódico dice que quizá Gronvold no se daba cuenta de que su genuflexión ante Franco llegaría a Noruega, «pero uno nunca puede ser demasiado cuidadoso». Y se plantea su expulsión del sistema educativo.