Cine

En el principio fueran las suecas y el bikini 1. El bikini de Elke Sommer en Bahía de Palma (1962) 2 fue el primero, aunque en el cartel de la película aparecía aún con un jerséi. Destaca el papel de Cassen como baterista del combo, trapisondista y obsesionado por las suecas. Cuenta Alfredo Landa 3 :

Ese año entraron en España turistas a mansalva y también se estrenó Bahía de Palma, aquella película en la que Elke Sommer lucía un bikini por primera vez en el cine español. Cuando se empezó a correr la voz, en muchos pueblos se fletaron autobuses para ir a los cines de la capital. Y claro, enseguida empezaron las protestas de los obispos, que no consiguieron taparle el ombligo a Elke Sommer, pero presionaron a los exhibidores hasta que le cambiaron el bikini por un traje de baño en los carteles. [Alfredo Landa en David Barba: Cien españoles y el sexo. Barcelona, Plaza & Janés, 2009.]

En 1962 entra Manuel Fraga como ministro que pone al frente de la Dirección General de Cinematografía y Teatro a José María García Escudero, que había dimitido del mismo cargo una década antes. Apenas ha ocupado su nuevo despacho, el católico García Escudero debe lidiar con la actitud de las organizaciones eclesiales. El 21 de diciembre de 1962 anota en su diario:

¡Qué país! A mi derecha están los que protestan ruidosamente en los cines por los bikinis de Bahía de Palma y el anónimo en que «Juan Español» pide a los Padres de la Junta de Censura que se vayan a rezar. A la izquierda tengo a los del ¡Viva Zurlini! Y en medio, el bobo: yo, que debo de estar volviéndome político, puesto que ya no pienso sólo en lo que hay que hacer, como en los primeros días, sino en cómo voy a poder hacerlo en esta sociedad española que no es una, sino dos, y la una me frena y la otra no me ayuda. [José María García Escudero: La primera apertura. Diario de un director general. Barcelona: Planeta, 1978, pág. 50.]

La tendencia de los bikinis de playa venía de Italia. En Italia las películas de playa constituyen todo un subgénero lanzado por Domenica d’agosto (Domingo de agosto, Luciano Emmer, 1950), pero que eclosiona con el desarrollismo. A finales de la década de los cincuenta las películas vacacionales se multiplican y qué duda cabe que, paisajes aparte, la exhibición de cuerpos masculinos y femeninos en sucintos trajes de baño son uno de sus principales atractivos. El bikini es una presencia habitual en Vacanze a Ischia (Amores en Ischia, Mario Camerini, 1957) —no estrenada en España hasta 1964—, Tipi di spiaggia (Mario Mattoli, 1959), Bellezze sulla spiaggia (Marino Girolami, 1961) y en la comedia rosa del subproletariado, con los rotundos cuerpos de Marisa Allasio, Maurizio Arena y Renato Salvatori en la playa urbana del Tíber en Poveri ma belli (Dino Risi, 1957).

En Costa Azzurra (Vittorio Sala, 1959) hay incluso un concurso de bikinis con las jóvenes encapuchadas del que Tiberio Murgia, reprimido meridional, saldrá escaldado, y en Scandali al mare (Marino Girolami, 1961) los bañadores constituyen el motivo de fondo de los títulos de cabecera. Además figuran de modo prominente en los títulos de Ferragosto in bikini (Marino Girolami, 1960) y Pesci d’oro e bikini d’argento (Carlos Veo, 1961), no estrenadas en España. Resulta por tanto un poco extravagante que en la coproducción Vacaciones en Mallorca / Brevi amori a Palma di Maiorca (Giorgio Bianchi, 1959) todos los bañadores femeninos sean de una pieza.

Elke Sommer luce al principio de la película el bikini negro que fue motivo de escándalo —con la consiguiente promoción— aunque en la versión española no aparece con otro blanco que sí figura en las fotos promocionales y en el cartel para el mercado mexicano, al que llegó en 1964 con el expresivo título de Mallorca, besos de fuego. En Alemania el título vino a significar algo así como «Juego y pasión» y en Francia se estrenó como La tigresse. De que la intención inicial era la exportación dan cuenta sendas fotografías promocionales de una escena en la que la actriz alemana aparece desnuda en la cama para la doble versión. La campaña promocional surtió efecto y no hay tratado sobre la censura en España, ni ensayo sobre las relaciones entre el fenómeno turístico y su reflejo cinematográfico, ni columna de chismorreo, ni memorias de Landa que no den por bueno el aserto de que el de Elke Sommer fue «el primer bikini del cine español», aunque nadie ha apuntado que el segundo entonces sería el que luce Laura Granados en el contraplano. Juan Bosch se lamentaba de haber pasado a la historia con este único sambenito.

Dos años después, Este Films regresa al lugar del crimen en Playa de Formentor (Germán Lorente, 1964) y arranca la secuencia de títulos con dos muchachas en biquini haciendo esquí acuático, algo que casi puede leerse como una declaración de intenciones. El desembarco de Fraga al ministerio de Información y Turismo ha favorecido esta evolución y la eclosión de un cine que afecta directamente a la otra rama de interés de su departamento.

De hecho en la coproducción hispano-italiana Vacaciones en Mallorca (1959) se llevaban solo bañadores de una pieza. Tras haber frecuentado el género criminal desde mediados de la década de los cincuenta, Este Films, la productora de Enrique Esteban y Germán Lorente, arranca en 1961 con un filón playero cuya primera entrega es El último verano (Juan Bosch, 1962).

Se trataba de buscar un cine que pudiera ser ubicado en los paisajes turísticos que, por aquellos años, habían comenzado a ser valorizados desde una administración que pensaba en el turismo como fuente irremplazable de divisas pero también como forma privilegiada de insertar a nuestro país en en un contexto al que se le negaba el acceso por razón de su atipicidad política. Santos Zunzunegui: Los felices sesenta: Aventuras y desventuras del cine español (1959-1971). Barcelona, Paidós, 2005, pág. 106.

El ascenso de Lorente a la categoría de realizador deja en mala posición a Bosch en el seno de Este Films, de modo que su última película playera está financiada por la compañía madrileña de la familia Reyzábal, Ízaro Films. En Sol de verano (Juan Bosch, 1963) Rafael Alonso retoma el papel de Cassen junto a Arturo Fernández y la morena y la rubia recaen en Luz Márquez y en una debutante Rosanna Yanni, que, cómo no, exhibe su espléndido cuerpo embutido en un bikini. Hablamos con la referencia de la portada del EP de Andy Russell porque la película, a día de hoy, resulta invisible: «La vendieron para Argentina y un burro de la casa les mandó el negativo y no regresó, claro. Creo que sólo existe una copia en 16mm y en blanco y negro». [Juan Bosch a Antonio Gregori: El cine español según sus directores. Madrid, Cátedra, 2009, pág. 304.]

El libreto, del propio Bosch y de Ángel G. Gauna, parece más decididamente decantado hacia la comedia, prueba evidente del cansancio que provoca en el realizador el filón del melodrama playero. Lorente seguirá cultivándolo en Donde tú estés / Le desir / Un amore e un addio (Germán Lorente, 1964), Vivir al sol (Germán Lorente, 1965) y Su nombre es Daphne (Germán Lorente, 1966), aunque siempre en escenarios y ambientes más sofisticados.

El teléfono escacharrado sueco con Pajares y Esteso- El Hormiguero 3.0. En homenaje a los invitados Fernando Esteso y Andrés Pajares hemos jugado al ‘teléfono escacharrado’ con unas chicas suecas (tan presentes en sus películas):

Lee Meredith como Ulla, la secretaria sueca, in The Producers (Mel Brooks, 1967)

NOTAS

  1. http://documentitosdeunindocumentado.blogspot.com/2020/05/el-primer-bikini.html
  2. El precipitado rodaje de Bahía de Palma. El equipo es prácticamente idéntico al de El último verano: Vela Jiménez y Colina a la máquina de escribir, Esteban y Lorente a la calculadora, Miguel F. Mila tras la cámara, José Solá con la batuta -que en esta ocasión va a tener importancia capital- y Bosch coordinándolo todo e intentando imprimir ritmo al conjunto. Arturo Fernández repite como creador con el corazón desgarrado. Esta vez es Mario, un pianista especializado en la obra de Chopin, que recala en una boite mallorquina en la que Olga (Elke Sommer) y su pandilla de amigos ricos y superficiales intentan matar el tedio que suponen sus vidas a base de gamberradas y dolce vita. Mario le pega a la joven caprichosa la bofetada que su padre no le ha pegado nunca y que ella estaba deseando recibir. Como venganza, Olga hace que le despidan del club. Mario inicia entonces un idilio con Clara (Teresa del Río), la prima pobre de Olga, que ya lo conocía de antes y le admira profundamente como pianista. Sin embargo, antes de enfrentarse a la interpretación del concierto de Chopin que supuso su quiebra emocional, Mario se da cuenta de que a quien ama de verdad es a Olga. Los diálogos de fotonovela quedan compensados cada tanto por la verborrea de Cassen, en el papel del baterista del combo, trapisondista y obsesionado por las suecas. Fue una sugerencia de Bosch para equilibrar un poco la balanza de tanta transcendencia. Este contrapunto alcanza también a las composiciones musicales: las piezas del huésped de la cartuja de Valldemosa tienen como contrapartida los ritmos bailables de José Solá, que lo mismo le da al mambo o al slow que recicla un madison twist. Sin embargo, Solá prefiere sus composiciones jazzísticas para los policiales de Bosch y Julio Coll que estos trabajos en cintas «sin grandes temas argumentales ni ambición artística», aunque «en su momento resultaban agradables de ver y marcaron una época muy determinada del cine español». José Solá a Joan Padrol, en Emilio C. García Fernández (ed.): Memoria viva del cine español. Madrid, AACCE, 1998, pág. 398.
  3. Cf. Sr. Feliu: el primer bikini (2020)